(por cuendolin)
Nací en las lejanas tierras del oeste, donde mis padres aún poseen una pequeña villa, rodeada de campos, en los que la gente del pueblo cercano cosecha, a cambio de pagar una justa parte.
Mis padres eran devotos de San Cuthberth, y ya desde que tengo memoria, recuerdo acudir a la iglesia cercana a aprender a leer, a través de las historias de grandes paladines que el clérigo encargado del templo se afanaba en narrarnos.
Nací en las lejanas tierras del oeste, donde mis padres aún poseen una pequeña villa, rodeada de campos, en los que la gente del pueblo cercano cosecha, a cambio de pagar una justa parte.
Mis padres eran devotos de San Cuthberth, y ya desde que tengo memoria, recuerdo acudir a la iglesia cercana a aprender a leer, a través de las historias de grandes paladines que el clérigo encargado del templo se afanaba en narrarnos.
En estos primeros pasos en el culto, tuve dos grandes revelaciones: Que quería servir a San Cuthberth a través de mi espada y que el clérigo era un absoluto ignorante. ¿Cómo se podía ser tan ciego?. Ese papanatas no podría interpretar los divinos actos de nuesto patrón ni aunque le mordieran en el santo trasero.
No me extenderé en describir la estupidez de tal patán, tan sólo decir que pese a mis insistentes comentarios, no varió ni un ápice su rumbo (Espero que San Cuthberth lo perdone). Viendo mi cada vez más patente iluminación, tuvo varias conversaciones con mis padres, que concluyeron en mi traslado para iniciarme en los pasos de los grandes guerreros que me han precedido, acudiendo a un lugar de entrenamiento.
Esos años los recuerdo como los más felices de mi vida, compensé mi falta de fuerza, con la habilidad y rapidez en el manejo de la espada, saliendo victoriosa en muchos combates, que me dejaron más de una cicatriz.
Tras licenciarme, recogí mis escasas pertenencias, entre las que se encuentra mi espada y el libro con la palabra del santo y comencé a vagar, haciendo buenas obras, en honor a San Cuthberth. Casualmente me topé con un variopinto grupo, al que me decidí unir, tras escuchar sus objetivos. Se hacen llamar los Errantes y el nombre se ajusta al grupo, en vista de los acontecimientos.
Aún me enciendo con facilidad al oir a estos paganos hablando de sus sacrílegos dioses, pero en pos de un bien mayor, he decidido controlarme. Tal vez San Cuthberth tenga un plan para todos nosotros.
Sé que nunca volveré a ver el lugar en el que nací, pero moriré haciendo lo que esta en mi destino: castigar a los enémigos de San Cuthberth.
No me extenderé en describir la estupidez de tal patán, tan sólo decir que pese a mis insistentes comentarios, no varió ni un ápice su rumbo (Espero que San Cuthberth lo perdone). Viendo mi cada vez más patente iluminación, tuvo varias conversaciones con mis padres, que concluyeron en mi traslado para iniciarme en los pasos de los grandes guerreros que me han precedido, acudiendo a un lugar de entrenamiento.
Esos años los recuerdo como los más felices de mi vida, compensé mi falta de fuerza, con la habilidad y rapidez en el manejo de la espada, saliendo victoriosa en muchos combates, que me dejaron más de una cicatriz.
Tras licenciarme, recogí mis escasas pertenencias, entre las que se encuentra mi espada y el libro con la palabra del santo y comencé a vagar, haciendo buenas obras, en honor a San Cuthberth. Casualmente me topé con un variopinto grupo, al que me decidí unir, tras escuchar sus objetivos. Se hacen llamar los Errantes y el nombre se ajusta al grupo, en vista de los acontecimientos.
Aún me enciendo con facilidad al oir a estos paganos hablando de sus sacrílegos dioses, pero en pos de un bien mayor, he decidido controlarme. Tal vez San Cuthberth tenga un plan para todos nosotros.
Sé que nunca volveré a ver el lugar en el que nací, pero moriré haciendo lo que esta en mi destino: castigar a los enémigos de San Cuthberth.
3 comentarios:
Que bien dibujas, putita sumisa, te ha quedado muy bien.
Si tu personaje tiene como misión enfrentarte a todos los individuos de tu religión, deberías empezar por cierto ser de enormes testículos y voz aflautada.
Quería decir enemigos de tu religión, no individuos.
Quien te ha dicho que cuando acabe con unos no empezaré con los otros? :D
No sabia que el hada era enemigo de mi religión, tendré que chequearlo
Ahora os toca a los demás poner.
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