El Templo del Mal Elemental

Este es el blog oficial de la partida de HackMaster de las Sirenas, auspiciados por la asociación de rol El Dirigible, en Sevilla. Dirigida por Carlos Burón, en esta dura campaña de Gary Gigax los jugadores, conocidos como Los Errantes, sudan sangre y fichas de personaje enfrentándose a las fuerzas del Templo del Mal Elemental. Aquí podrás encontrar resúmenes, informaciónes varias, y (espero) material que aporten los jugadores. ¡A leer!

domingo, 14 de febrero de 2010

El fantasma, Gruk, y su primo el sobnormal

Resumen 13/02/2010 por Daralhar

El extraño fantasma lanzó sus gélidos ataques sobre Gürnyr, que le devolvía las estocadas con la Lengua de Llamas, un arma formidable contra No Muertos, pero el fantasma no cejaba en su empeño. En un momento dado pareció alejarse, pero sólo fue un rebuscado efecto óptico: el bicho se encogía ligeramente para sensación de lejanía, pero seguía estando frente a ellos, así que leña al mono. Duncan apoyaba a Gürnyr curándole desde la retaguardia mientras éste mantenía el tipo como siempre. Daralhar contribuyó con un par de nubes de puños aporreantes, y al fin se libraron del maligno ser. Para su decepción, el pasillo del fantasma giraba y acababa en un recodo sin salida donde los Errantes no consiguieron encontrar ninguna puerta secreta, pese a los empeños de Daralhar, al que sólo le faltó liarse a cabezazos contra la pared.

Viendo que todo allí es supermaligno, deciden volver al nivel 2 (¿donde las cosas son un poco menos malignas? Ejem...). Llegaron al antiguo salón de banquetes y cogieron una salida hacia el Oeste, donde encontraron una puerta cerrada que Traspié les abrió amablemente. Un poco más adelante había un telón negro. Al verlo, Assiul decide entrar a saco, y Gürnyr para no ser menos entra tras él, arrancando el telón. Tras la cortina había guardias esperando y se lía otra batalla. Un semiorco con pinta de subnormal gritó “voy a avisar a Gruk”, mientras Duncan paralizó con un Rigor Mortis al jefe de aquel grupo. Mientras esto ocurría, Daralhar seguía decidiendo qué hechizo lanzar, y a Larry con su pesada alabarda parecía costarle reaccionar. Al fin, Daralhar, al ver por dónde se había ido el guardia acusica para avisar a Gruk, colocó una grasa, y en cuanto un enorme orco, que debía ser el tal Gruk, entró en escena cayó panza arriba, junto con el subnormal que le avisó, momento que aprovechó Traspié para inmovilizarlos con la red mágica. En aquel momento la batalla se transformó en masacre. Mientras Gürnyr, Assiul y Larry cercenaban miembros, entró otro lugarteniente en escena, y al ver el percal dio media vuelta y se piró. Daralhar, Traspié y Duncan salieron de allí por otra puerta a toda prisa con la idea de tender una emboscada al tipo aquel, pero erraron al estimar el lugar por donde pasaría (por algo son Los Errantes).
Mientras el mago, el clérigo y el ladrón no estaban presentes, los guerreros no tuvieron demasiada piedad con los enemigos. El subnormal y otro más lograron conservar la vida rindiéndose (quizá no era tan subnormal después de todo), y Larry se entretuvo en cortarle un brazo a Gruk al ver que éste sacaba una daga e intentaba cortar la red mágica. La daga tenía aspecto de mágica también.

Cuando Duncan, Daralhar y Traspié volvieron, ataron a los prisioneros y registraron el lugar de huída de los que escaparon, pero lo único que encontraron fue una trampa, justo a tiempo para desactivarla. Tras ellos hubo un interrogatorio en el que lo único que sacaron en claro fue que Gruk no soltaría ninguna información útil, mientras su primo el subnormal se había cagado encima. Bastante patético todo. Ya que Gruk prefería morir, le cedieron amablemente una daga para que lo hicieran, y el orco se suicidó sin pensárselo. Tras ello, todos miraron al humano y al semiorco subnormal, que no paraba de deir "tengo cacaaaa".



lunes, 8 de febrero de 2010

Jornada de descanso

Resumen sesión 06/02/2010 por Daralhar

Volvieron cabizbajos al campamento, con Duncan convertido en una especie de chorizo dentro de la maldita red. Estaba claro que no podrían sacarlo de ahí, así que decidieron ir a Hommlet a pedir q Burne que solventara el problema. Por el camino, Daralhar pidió un poco de silencio para ponerse a estudiar un hechizo de Escudo en la parte de atrás de la carreta. Un hechizo bastante inútil que el mago nunca llegaría a utilizar en sus correrías, pero ¿quién entiende los designios de un mago?
Llegaron a Hommlet tras media jornada de viaje. Daralhar había conseguido mantener la concentración pese a la continua cháchara de los errantes, pero aun así tendría que estudiar unas horas más antes de conocer los misterios del Escudo. Acordó reunirse con ellos por la noche. Mientras, el resto de los errantes estuvieron vendiendo todo tipo de joyas y baratijas encontradas en el templo, y dejaron diversos objetos mágicos en manos de Burne para que los identificara... incluida la red con Duncan dentro.

Al caer la noche, Burne había conseguido identificar los objetos que le fueron confiados: la red era una red mágica, que atrapaba a cualquier criatura que cayera en su interior, y sólo la soltaba con una palabra de mando: “desentrañar”. Duncan estaba más que contento de poder estar libre de nuevo, y Traspié se nombró a sí mismo portador de la red. La elección era buena, dado que los rápidos reflejos de Traspié le permitían anticiparse a todos los enemigos, y con esa red en sus manos podía dejar un enemigo fuera de la batalla antes siquiera de que el resto hubieran reaccionado. Por otro lado, la espada era una poderosa arma mágica que hacía daño adicional por fuego, en especial a ciertos grupos de criaturas, como regeneradoras, no muertos y plumíferos en general. También se enteraron de las propiedades del hacha mágica que tenían, una cota de malla y el escudo que Duncan encontró. Todos tenían unas propiedades especiales que las convertían en artilugios mágico. Por último, un anillo que habían encontrado tiempo antes resultó ser el mítico “Anillo de las Estrellas”, cuyas múltiples y poderosas propiedades no enumeraré. Aquel anillo se convertiría algún día en salvación y perdición de algunos de los errantes, pero eso es adelantarse demasiado...
Por lo demás, Burne les previno de que el tiempo seguía corriendo en contra del grupo. El mal se agitaba en el templo, y las red de espionaje del vizconde indicaba que las fuerzas del templo estarían listas para comenzar sus ataques en unas 3 ó 4 semanas. El destino de mucha gente pendía de un hilo... por desgracia para esas almas, ése hilo eran Los Errantes, así que podían darse por jodidas.

Con sus nuevas chucherías mágicas, Los Errantes se dirigieron a la taberna de La Bienavenida Doncella, donde pagaron una ronda a toda la parroquia y contaron sus hazañas ante los boquiabiertos pueblerinos. Por suerte no parecía haber por allí ningún asesino de Loth. Esa noche durmieron felices y tranquilos, lejos del templo y en la relativa seguridad de la villa de Hommlet, que ahora estaba construyendo un perímetro fortificado a su alrededor. Aquel pueblo no volvería a ser el mismo, nunca.

A la mañana siguiente, hicieron los preparativos para el viaje. Daralhar se tomó un rato para visitar a Awaie en la arboleda de Bastongrís. El pobre hada presentaba un aspecto bastante mustio, y echaba de menos los días de aventura, sin embargo en su actual estado poco podría hacer. Daralhar lo esperanzó diciéndole que ahora que tenían el favor del vizconde quizá podría conseguir que les financiaran un hechizo de “restauración”. Tras aquel poco convincente argumento, el mago se reunió con “Los Errantes” y partieron hacia el campamento.

En cuanto pudieron, volvieron al templo, y bajaron de nuevo por la escalera que conducía a la sala octogonal de la niebla inquietante, donde todo seguía siendo igual de inquietante y maligno. Se dirigieron a la puerta de enfrente, cuando alguien descubrió una pequeña puerta secreta en un lateral. La abrieron y vieron un pequeño pasillo, al fondo del cual había un fantasma que comenzó a gritar al tiempo que se lanzaba sobre ellos. Todos prepararon sus armas para hacer frente a este nuevo enemigo.