Tras haber derrotado a Lareth, y subyugado a los sectarios que quedaron con vida, los Errantes se pusieron a deliberar sobre el próximo paso a dar. De momento, ataron a los sectarios y los despojaron de sus armas y armaduras. Daralhar abogaba por saquear la habitación de Lareth, pero Dunkan quería resucitar a Lareth con su rito imperfecto para interrogarlo. No se atrevían a revivirlo allí abajo, así que acordaron llevarlo de vuelta a Hommlet y hacerlo bajo la supervisión de Burne, pero sólo tenían una hora antes de que estuviese demasiado echado a perder como para que el conjuro surtiese efecto.
Al final, Daralhar convenció para que se echase un vistazo rápido aunque fuese a las estancias del clérigo. Entraron, usando a un sectario como explorador (un tal Formglor), y miraron por encima. Aparte de una lujosa cubertería de plata, una suntuosa comida, un brasero, un inciensiario y mucho adorno, a simple vista no se veía más nada, y no se vieron con tiempo para registrar los muebles. Entre todos los sectarios y Dunkan llevaron el cadáver de Lareth por un pasillo que había indicado uno de los cautivos que salía directamente al pantano. El pasaje ascendente no entrañaba ningún peligro, y salieron a 300 pies de la casa del foso hacia una senda que llevaba al Camino Bajo.
Una vez de vuelta en Hommlet, entraron a la torre de Burne, pero como este estaba fuera les recibió Rufus. Metieron a los sectarios en celdas, y le contaron su plan al Mirmidón. Lo convencieron para que les dejase resucitar a Lareth en una celda, y así lo hicieron... pero el conjuro no surtió efecto por causas desconocidas y Lareth no volvió a la vida. Rufus dijo que había que quemar el cuerpo y mantenerlo en secreto, que era demasiado peligroso tener ahí el cadaver de un clérigo maligno incluso muerto. Los Errantes propusieron reunir al concilio para ver que podían hacer, y fueron a buscarles a regañadientes de Rufus que no lo veía necesario, logrando traer al Fraile Terjon y a Bastongrís. Terjon examinó los emblemas de Lareth a instancias de los aventureros, e identificó rápidamente el símbolo de la araña con rostro humano como el emblema de Lolth, la Reina Araña, diosa de los elfos oscuros, una deidad consagrada al mal mas despreciable. Algunos no conocían bien a los elfos oscuros, lo cual es lógico pues habitan como cobardes en la bajoprofundidad después de perder en tiempos antiguos la guerra contra los elfos del bien. Terjon contó esta historia, y concordó en que era extraño que un humano como Lareth fuese siervo de una deidad drow. Bastongrís, como Rufus, dijo que lo mejor era quemarlo en cualquier claro del bosque y mantener su muerte en secreto.
Los Errantes comentaron también que los esbirros de Rannos les habían traicionado, y como es lógico sospechaban del comerciante. Rufus dijo que dejaba ese asunto en sus manos, y que podían pedirle ayuda a Elmo, un miliciano al que podían encontrar probablemente en casa de la señora Lakhal. El grupo se dirigió con premura a la granja, expectantes por ver a las gallinas de el fallecido Erick. Y efectivamente, había dos gallinas gordas comiendo como puercas frente a la casa de la señora, que estaba también fuera. Convencieron a la mujer de que les diese la parte correspondiente de huevos que le tocaban a Erick, y le preguntaron por Elmo, que al parecer estaba vageando tras la hacienda. Fueron al encuentro del miliciano, y se encontraron con una estampa curiosa; un fornido y musculoso hombre de barba desaliñada empinando el codo tirado de cualquier manera entre un montón de paja. Por su forma de hablar, resultaba evidente que estaba muy borracho, y sólo quería más cerveza. Le hablaron de acompañarles para "arrestar" a Rannos, y entonces dijo que vale pero entre hipos dijo que queria una GRAN hacha para cortar cabezas, que solo tenía una daga. Los Errantes lo trataron como basura y no le querían dar nada, pero al final accedieron a llevarlo a Rufus a ver si le daba equipo. Rufus se lo dió encantado, y desoyó las criticas de los aventureros hacia Elmo. Elmo dijó que antes de ir, tenía que ir un momento a su casa. Tras mucho tira y afloja, el grupo accedió, pero Llagular se fué con el para vigilarle. Elmo se metió por el bosque, y llegó a una cabaña; dijo que tenía que entrar a cagar, entró y salió al minuto. Llagular estaba bastante escamado y dijo que el también quería entrar a cagar, pero Elmo le dijo que no tenía cagadero que allí se jiñaba en el bosque. Aún así, Llagular entró en la cabaña pero no vió nada raro, y dijo que se le habían pasado las ganas por lo que volvieron al pueblo con los demás.
Al final, Daralhar convenció para que se echase un vistazo rápido aunque fuese a las estancias del clérigo. Entraron, usando a un sectario como explorador (un tal Formglor), y miraron por encima. Aparte de una lujosa cubertería de plata, una suntuosa comida, un brasero, un inciensiario y mucho adorno, a simple vista no se veía más nada, y no se vieron con tiempo para registrar los muebles. Entre todos los sectarios y Dunkan llevaron el cadáver de Lareth por un pasillo que había indicado uno de los cautivos que salía directamente al pantano. El pasaje ascendente no entrañaba ningún peligro, y salieron a 300 pies de la casa del foso hacia una senda que llevaba al Camino Bajo.
Una vez de vuelta en Hommlet, entraron a la torre de Burne, pero como este estaba fuera les recibió Rufus. Metieron a los sectarios en celdas, y le contaron su plan al Mirmidón. Lo convencieron para que les dejase resucitar a Lareth en una celda, y así lo hicieron... pero el conjuro no surtió efecto por causas desconocidas y Lareth no volvió a la vida. Rufus dijo que había que quemar el cuerpo y mantenerlo en secreto, que era demasiado peligroso tener ahí el cadaver de un clérigo maligno incluso muerto. Los Errantes propusieron reunir al concilio para ver que podían hacer, y fueron a buscarles a regañadientes de Rufus que no lo veía necesario, logrando traer al Fraile Terjon y a Bastongrís. Terjon examinó los emblemas de Lareth a instancias de los aventureros, e identificó rápidamente el símbolo de la araña con rostro humano como el emblema de Lolth, la Reina Araña, diosa de los elfos oscuros, una deidad consagrada al mal mas despreciable. Algunos no conocían bien a los elfos oscuros, lo cual es lógico pues habitan como cobardes en la bajoprofundidad después de perder en tiempos antiguos la guerra contra los elfos del bien. Terjon contó esta historia, y concordó en que era extraño que un humano como Lareth fuese siervo de una deidad drow. Bastongrís, como Rufus, dijo que lo mejor era quemarlo en cualquier claro del bosque y mantener su muerte en secreto.
Los Errantes comentaron también que los esbirros de Rannos les habían traicionado, y como es lógico sospechaban del comerciante. Rufus dijo que dejaba ese asunto en sus manos, y que podían pedirle ayuda a Elmo, un miliciano al que podían encontrar probablemente en casa de la señora Lakhal. El grupo se dirigió con premura a la granja, expectantes por ver a las gallinas de el fallecido Erick. Y efectivamente, había dos gallinas gordas comiendo como puercas frente a la casa de la señora, que estaba también fuera. Convencieron a la mujer de que les diese la parte correspondiente de huevos que le tocaban a Erick, y le preguntaron por Elmo, que al parecer estaba vageando tras la hacienda. Fueron al encuentro del miliciano, y se encontraron con una estampa curiosa; un fornido y musculoso hombre de barba desaliñada empinando el codo tirado de cualquier manera entre un montón de paja. Por su forma de hablar, resultaba evidente que estaba muy borracho, y sólo quería más cerveza. Le hablaron de acompañarles para "arrestar" a Rannos, y entonces dijo que vale pero entre hipos dijo que queria una GRAN hacha para cortar cabezas, que solo tenía una daga. Los Errantes lo trataron como basura y no le querían dar nada, pero al final accedieron a llevarlo a Rufus a ver si le daba equipo. Rufus se lo dió encantado, y desoyó las criticas de los aventureros hacia Elmo. Elmo dijó que antes de ir, tenía que ir un momento a su casa. Tras mucho tira y afloja, el grupo accedió, pero Llagular se fué con el para vigilarle. Elmo se metió por el bosque, y llegó a una cabaña; dijo que tenía que entrar a cagar, entró y salió al minuto. Llagular estaba bastante escamado y dijo que el también quería entrar a cagar, pero Elmo le dijo que no tenía cagadero que allí se jiñaba en el bosque. Aún así, Llagular entró en la cabaña pero no vió nada raro, y dijo que se le habían pasado las ganas por lo que volvieron al pueblo con los demás.
Los Errantes acompañados por Elmo, se fueron al centro de comercio, pero por el camino Merya le quitó el odre de cerveza a Elmo de las manos y se lo tiró al suelo y le dijo "vaya se te ha caido ten mas cuidado". Elmo lo recogió y le dijo que era una puta, con lo que Merya le soltó un guantazo, pero antes de que llegaran a mayores los demás los separaron, no sin que antes se retaran a un duelo a muerte para después del asunto de Rannos.
El grupo llegó al centro de comercio, y en la puerta estaba Gremag, el compañero de Rannos, con unos perros sarnosos. En cuanto dunkan le dijo que estaba arrestado y Daralhar y Llagular hicieron amago de atacar con su arco y su arpón, Gremag reculó para dentro del edificio. En el interior había muchos mercaderes comerciando, y Dunkan de alguna manera acabó exhortandolos de que se fueran tambien que seguro que eran complices, pero estos empezaron a insultarlo y lo dejaron a la altura del betún. Rannos dijo que todos los cargos eran falsos y que se fuesen de allí, pero al final accedieron a acompañarles si antes les dejaban cerrar la tienda y despedir a los comerciantes. Eso hicieron, pero cuando Gremag había cerrado casi todo el edificio y se habían ido los mercaderes, Rannos sacó una ballesta de mano y le clavó un dardo envenenado a Merya. Enseguida Gremag sacó un puñal también, y los tres pulgosos chuchos de la puerta (que en realidad eran rotweillers) se lanzaron a morder a Daralhar que estaba en el umbral. Empezó una cruenta refriega, y resultó que Rannos y Gremag eran tremendamente rápidos y contaban con armas envenenadas. Rannos empezó a disparar dardos y clavó tres en tres de los aventureros, que empezaron a sentirse mal y a vomitar. La daga de Gremag también estaba envenenada, y envenenó a más enemigos acabando todos los Errantes emponzoñados. Elmo parecía tener muy buena defensa, pero por la mala suerte no acertaba ni una, igual que Dunkan. Estaban todos muy fatigados y heridos, pues apenas hacía una hora que se habían enfrentado a Lareth y no habían descansado nada; a Llagular le entró el pánico, se quitó los zapatos y se puso a pedir betún, se supone que para un conjuro.
Mientras tanto Awaie estaba buscando la forma de entrar al edificio por atras y coger por sorpresa a los tenderos. Se le resistió una puerta, y tuvo que entrar por las caballerizas que estaban en la otra punta del edificio que pequeño no era. Al final apareció por la espalda de Rannos, que detrás del mostrador esquivaba las dagas que le tiraba Merya mofándose de ella. Le clavó su daga entre los omoplatos y giró, pero no fue suficiente para acabar con Rannos, al que se le habían acabado los dardos y estaba sacando una espada corta y una daga. Merya empezó a tirarle dardos y esta vez si que le empezó a acertar.
A la misma vez, Daralhar estaba saliendo por patas de allí, perseguido por los rotweiller. Saltó la verja, y los perros se le quedaron ladrando desde dentro, al parecer amaestrados para no salir de allí. Se fué corriendo al templo de St. Cuthbert, y por el camino pidió ayuda al guarda del banco, que parecía bastante reacio a ayudar. Una vez en el templo, le pidió urgentemente a Calmert todas las pociones de ralentizar veneno que tuviese, pues cada vez estaban peor, vomitando sangre y de todo. Calmert le trajo ocho, y accedió a ir el también a ayudar.
Entre tanto, Los Errantes que estaban luchando en el centro de comercio estaban cada vez peor. Gremag esquivaba todos los ataques, y ellos estaban al borde de sus fuerzas por culpa del veneno. Llagular cayó derrumbado, pero Dunkan le dió un jugo de hígado y se pudo volver a poner en pie. Sin embargo, Dunkan no tuvo tanta suerte, y una convulsión fortísima debida al veneno de la daga le hizo vomitar su propio aparato digestivo, muriendo en el acto. Entonces llegaron Daralhar y Calmert, que trazaron rapidamente un plan de rescate o algo así; Daralhar se puso a distraer a los perros al otro lado de la verja mientras Calmert entraba corriendo y empezaba a repartir pociones de ralentizar veneno. Calmert entro corriendo, pero Daralhar se puso a tirarle flechas a los perros, le arrancó la pata de cuajo a uno, y de tanto azuzarlos saltaron la verja tremendamente enfurecidos buscándole el cuello. Calmert le tiró una poción a Merya y esta se la tomó, sintiendose momentáneamente mejor.
La situación no podía ser peor, y todo pintaba muy negro para los Errantes...
Mientras tanto Awaie estaba buscando la forma de entrar al edificio por atras y coger por sorpresa a los tenderos. Se le resistió una puerta, y tuvo que entrar por las caballerizas que estaban en la otra punta del edificio que pequeño no era. Al final apareció por la espalda de Rannos, que detrás del mostrador esquivaba las dagas que le tiraba Merya mofándose de ella. Le clavó su daga entre los omoplatos y giró, pero no fue suficiente para acabar con Rannos, al que se le habían acabado los dardos y estaba sacando una espada corta y una daga. Merya empezó a tirarle dardos y esta vez si que le empezó a acertar.
A la misma vez, Daralhar estaba saliendo por patas de allí, perseguido por los rotweiller. Saltó la verja, y los perros se le quedaron ladrando desde dentro, al parecer amaestrados para no salir de allí. Se fué corriendo al templo de St. Cuthbert, y por el camino pidió ayuda al guarda del banco, que parecía bastante reacio a ayudar. Una vez en el templo, le pidió urgentemente a Calmert todas las pociones de ralentizar veneno que tuviese, pues cada vez estaban peor, vomitando sangre y de todo. Calmert le trajo ocho, y accedió a ir el también a ayudar.
Entre tanto, Los Errantes que estaban luchando en el centro de comercio estaban cada vez peor. Gremag esquivaba todos los ataques, y ellos estaban al borde de sus fuerzas por culpa del veneno. Llagular cayó derrumbado, pero Dunkan le dió un jugo de hígado y se pudo volver a poner en pie. Sin embargo, Dunkan no tuvo tanta suerte, y una convulsión fortísima debida al veneno de la daga le hizo vomitar su propio aparato digestivo, muriendo en el acto. Entonces llegaron Daralhar y Calmert, que trazaron rapidamente un plan de rescate o algo así; Daralhar se puso a distraer a los perros al otro lado de la verja mientras Calmert entraba corriendo y empezaba a repartir pociones de ralentizar veneno. Calmert entro corriendo, pero Daralhar se puso a tirarle flechas a los perros, le arrancó la pata de cuajo a uno, y de tanto azuzarlos saltaron la verja tremendamente enfurecidos buscándole el cuello. Calmert le tiró una poción a Merya y esta se la tomó, sintiendose momentáneamente mejor.
La situación no podía ser peor, y todo pintaba muy negro para los Errantes...
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