El Templo del Mal Elemental

Este es el blog oficial de la partida de HackMaster de las Sirenas, auspiciados por la asociación de rol El Dirigible, en Sevilla. Dirigida por Carlos Burón, en esta dura campaña de Gary Gigax los jugadores, conocidos como Los Errantes, sudan sangre y fichas de personaje enfrentándose a las fuerzas del Templo del Mal Elemental. Aquí podrás encontrar resúmenes, informaciónes varias, y (espero) material que aporten los jugadores. ¡A leer!

jueves, 30 de octubre de 2008

Eber Donn, el Druida joven

(por SirSoth)

Mi madre comenzo a sentirse mal justo en la temporada q los avellanos cambian sus tonos al mas puro rojo, y bajo uno de estos arboles sagrados me trajo al mundo hace tan solo 19 años; nada tiene de extraordinario esto supondreis, sin embargo en mi aldea los augurios son muy obeservados y aquel dia prodigios sin igual acaecieron donde yo naci. Esa noche la luna se puso su manto y nos privo de luz, de modo q los nacidos ese dia estabamos bajo la preotecccion de su divina luz y no solo esto ocurrio, tb el suelo se resquebrajo y su fuerza se hizo sentir, sin q nadie del pueblo saliese lastimado. Como yo fui el unico q nacio ese dia, y hacia exactamente 13 dias q nadie lo hacia, y tardo otros tanto en nacer otro niño se considero q la suerte q yo habria de tener seria excepcional.

Mi pobre padre me dio siempre todo su cariño y mi amnegada pero supersticiosa madre me dio todo lo q tiene, q no es mucho, aunq siempre mi hermano mayor y mi hermano pequeño, q nacio 2 años despues q yo, fueron mas atendidos por ella y su cariño q yo; sin embargo mi padre siempre confio en mi y aunq soy feo, pero feo de verdad (lo cual me hace un pelin insociable, creo yo), no dudo en llevarme a hacer ver por druidas para consultar mis posibles habilidades. Se concluyo asi q a los 18 años habria de ir al bosque a estudiar el ancestral saber de los druidas. Pero hasta ese dia fui un niño normal con una infancia amorosa. Pero pese a mi suerte, un dia jugando con mi hermano mayor y un cuchillo de caza de mi padre ocurrio la desgracia, y mi hermano me tejo la oreja por completo. En fin, no fue lo peor q me ocurriria en los años posteriores, pero creo q por eso mi hermano me quiere tanto, o q no ocurre con mi hermano pequeño, con el q tengo una relacion bastante normal, quiza pq mi madre siempre se volco mas con el q conmigo.

Todo el amor q mi madre no me daba me lo dio mi padre y en la fecha prevista me presento ante el druida. Vivir un año en lo profundo del bosque, estudiando y superando pruebas casi cada dia no mejoraron mi caracter, aunq desde luego si q me pasaron cierta factura: por los brebajes q hube de preparar perdi el olfato y el gusto, y me dejaron muy mal sabor de boca (de forma literal) y se me cayo el pelo de forma prematura, y me queme los ojos durante las eternas noches de estudio a la luz de las velas y ahora veo regular. Ademas como me quedo dormido inexplicablemente en cualquier momento el druida me castigaba con cierta frecuencia acusandome de indolente y un buhonero q por alli pasaba de vez en cuando (un maldito mediano) no hacia q su humor mejorase, precisamente, de modo q cuando veo a los de esta raza me pongo de bastante mal humor. En fin, la lista de mis rarezas es bastante larga y ahora no las recuerdo todas ( tongue.gif ), pero puedo aseguraros q son muchas y muy variadas.

La tension q alli vivi me hizo estudiar mas de lo normal y en tan solo un año pase las pruebas y ahora soy un druida a mi joven edad de 19 años. La idea de volver a casa no me seduce en absoluto y por eso he emprendido un viaje q ahora me ha llevado a la villa de Homlet donde todo parece bastante tranquilo pese a las habladurias. Precisamente ahora estoy saliendo de una posada cuando veo... q es aquello? Un hada? Y q es lo q tiene colgando? Oohhhh dioses... son acaso sus genitales?????

miércoles, 29 de octubre de 2008

Fallece Alban

Alban
El Corredor


12018 - 12040

Fallecido en Hommlet, Verbobonc
el 13 de Jevar'kiev del 12040

Consumido por una baba verde de dungeon que le cayó de improviso, primero derritiéndole la piel, luego la carne y finalmente los organos internos mientras sus compañeros buscaban la formas más absurdas de quitársela de encima y el mismo se autolesionaba con una antorcha.

Siempre le recordaremos por su valentía y su arrojo, siempre en primera línea en terreno desconocido, noble cualidad que le costó la vida.

D.E.P.

domingo, 26 de octubre de 2008

Babas en el Subterráneo

Resúmen 26/10/2008

Los Errantes, liderados de nuevo por Almeth el Galante, trajeron el cadáver de Erick al templo de St.Cuthberth para reclamarle al Hermano Calmert. Éste les recibió, e intentaron hacerle ver que había obrado mal, en especial Aelud le dió un buen sermón, que al clérigo le entro por un oído y le salio por el otro, igual que las hostiles palabras de Daralhar. Al final acabaron donando al templo, y Calmert accedió a darle sepultura al cadáver de Erick después de que lo convenciesen de que era seguidor de St.Cuthberth, pero al ir a darle la extremaunción, el sacerdote se dió cuenta de que Erick no era un fiel de su dios ya que seguía una moral bastante diferente a la suya, por lo que se negó a darle entierro en el suelo santo tras el templo. Sin embargo, si acompañó a los Errantes a una colina cercana en medio del campo, donde Dother cavó una tumba mal que bien y metieron el cadáver del veterano.
Gloin rompió a llorar, y todos dijeron unas conmovedoras palabras de último adiós al fallecido (Dother fué el primero, con un parco "esto ya esta"), no sin antes despojarle de todo lo que llevaba menos su antigua armadura de cuero y su kolpesh. Awaie fue a coger una flor para echarla en el sepulcro, y se encontró conque detrás se escondía el albino Alban observando el funeral, y también dijo unas palabras. Muy apenados, se despidieron del honorable guerrero, afectados por la primera pérdida del grupo.

Almeth propuso volver a la casa del foso, pero los demás aventureros deseaban prepararse bien antes de ir. Antes que nada, decidieron vender algunos de los objetos valiosos que habían encontrado en la casa del foso... Ostler les dijo que la elfa Nira Melubb, la cambista, podría estar interesada en tales piezas, al igual que Rannos. Los Errantes se acercaron primero al robusto edificio guardado por un par de perros y un vigilante de bastos modales, que al instante les increpó por sus intenciones, al ver semejante grupo bien armado tomar interés por el negocio de su patrona. Gloin expuso el propósito del grupo, pero el guarda no se fió un pelo de un enano apestoso con cara de loco, dejándo pasar sólo a un integrante del grupo, y de mejor calaña; en este caso Petia. En el interior, repleto de vitrinas llenas de joyas, piedras preciosas, colecciones de monedas, sellos de lacre y otros objetos de valor, se encontraba Nira, una elfa de aspecto astuto con unas enormes y aparatosas gafas de varias lentes. Inmediatamente dispuesta a hacer negocios con Petia, tasó el portaantorchas de plata, la amatista que había estado en el estómago de una rana, y la daga enjoyada, ofrenciendo una buena suma por cada objeto. Petia dijo que antes tenía que consultarlo con sus compañeros, y estos decidieron probar suerte antes en el almacén general con Rannos. Éste les atendió gustoso, pero en cuanto Gloin mencionó la palabra "veneno", le llevó a la trastienda y comenzó a engatusarlo con su secreta colección de letales preparados. A los demás les atendió Gremag, que les ofreció mucho menos que Nira, así que los Errantes fueron a vender su mercancía a la elfa, excepto la daga de electro; Daralhar creyó que podía ser mágica, y se propuso ir a visitar al druida Jaroo Bastongrís del que tanto habían oído hablar.

El grupo se internó en la frondosa arboleda que ocupaba el centro de Hommlet, frente a la posada de la Bienavenida Doncella. En el interior reinaba la calma, y la frondosidad de los sauces y los ancianos robles ocultaba por completo el resto de la villa. Un estrecho camino trazado con cantos rodados llevaba a un monolito de aspecto antiguo, decorado con guirnaldas de flores y muérdago, bajo el cual descansaba una cesta repleta de viandas ofrecidas por los practicantes de la Vieja Fé del pueblo. Detrás del monolito, casi oculta por las ramas de los árboles, se podía ver una cabaña de madera de techo bajo, de la que surgió una cascada voz increpando por sus asuntos a los aventureros. Al indicar estos que querían verle, desde la cabaña se acercó un encorvado anciano con un bastón calcinado y mirada sabia. Alban, seguidor de la Vieja Fé y protector de los bosques, se inclinó y le ofreció la caja de marfil que había encontrado en la casa del foso como donación, ofendiendo con semejante presente al druida, que no quería saber nada de algo hecho con los colmillos de tan noble animal.

Jaroo les dijo que la daga era puramente ornamental, y se ofreció a preparar antidotos para venenos de bestias salvajes por un precio reducido si se le traian los materiales. Les recordó sin embargo, que para buscar su consejo los seguidores de la Vieja Fé debían hacer una ofrenda, y los de otras creencias una donación. Los Errantes entonces mencionaron que estaban en la zona para investigar los rumores acerca del antiguo Templo del Mal Elemental. Bastongrís se mostró impresionado, y mencionó que le parecía sin duda un objetivo loable, ya que el resurgir de bandidos y monstruos en la zona provocaba una perturbación en el equilibrio natural que no aprobaba en modo alguno. Citó a los aventureros en la medianoche del séptimo día de esa misma semana, osea seis dias más tarde, para hablar del asunto.
Antes de marchar, algunos de los errantes preguntaron si había algun trabajo o algo que Bastongrís les pudiese encargar, y el druida les mencionó que había un enorme jabalí rabioso que rondaba los alrededores... si se deshacían de él de su parte, pues a el le daba mucha pena, y les traía su cabeza como trofeo, les compensaría de alguna forma.


El grupo reparó un poco su equipo, compró algunos enseres para uso común, y parte (Alban, Aelud, Awaie, Almeth y los dos mercenarios) se encaminó de nuevo a la casa del foso, con el sol ya bien alto.
Todo parecía tranquilo en la fortaleza, pero, como el día anterior ,había un halo macabro flotando en el ambiente. Los aventureros se internaron en la fortaleza, enviando antes a Conomen a la cocina a cuidar de la mula, dispuestos a explorar el ala derecha del lugar, en la que había varias puertas medio destrozadas. Tras la primera se hallaba una habitación, quizás un antiguo lugar de reunión para los oficiales, con una mesa larga y varias sillas totalmente destrozadas y podridas. En las paredes colgaban varias vitrinas de madera, y Aelud se dió cuenta de que tras el astillado fondo de una de ellas había un hueco secreto. Retiraron el armarito, y vieron que había una espada ancha de una manufactura excelente y en perfecto estado, anclada a la pared con unos anclajes de metal. Alban de casualidad traía una palanca, así que intentaron reventar los anclajes utilizándola, pero tras los intentos de los demás sólo Dother consiguió quitarlos.

Con la espada en su poder, el grupo se fué a comprobar la habitación de al lado, que parecía haber sido la habitación de algún oficial, pero ahora solo quedaba mobiliario destrozado y escombros. Tras la puerta del otro lado del pasillo, el grupo encontró un gran salón, con tapices y ornamentos destrozados pero con un aspecto aún valioso. Sin embargo, al poner pie en la sala, se dieron cuenta de que el techo estaba lleno de murciélagos durmiendo. Mientras tanto Aelud, que se había quedado en el pasillo, miró casualmente a su derecha y vió que por el montón de escombros de la cámara donde yacía la serpiente calcinada bajaban unas oscuras siluetas. Intercambiaron una mirada, y las siluetas se dieron a la fuga por donde habían venido. El resto de aventureros salieron de la habitación con sumo cuidado para no despertar a los murciélagos y Aelud les explicó lo que había visto, con lo que todos fueron corriendo y subieron por el montón de escombros a la parte superior de la muralla, justo a tiempo para ver como tres hombres enfundados en armaduras de cuero se alejaban escondiéndose entre los árboles del pantano, al otro lado del foso.

El grupo volvió a la puerta de la sala de los murciélagos, y decidieron cerrarla y hacer algo de ruido golpeándola, a ver si se espantaban, pero no hubo suerte, pues solo lograron agitarlos un poco. Tras un rato pensando como deshacerse de las alimañas, decidieron desistir y bajar al subterráneo a través de la bodega.
Descendieron los gastados peldaños de piedra en la oscuridad con Alban a la cabeza, y cuando este se asomó por el arco que daba al nivel inferior, un enorme chorro de baba gelatinosa verde luminiscente se desprendió del techo y le cayó encima, cubriendolo por completo. Sus ropas se empezaron a deshacer, y tenía un palmo de gel por encima de todo el cuerpo, que se movía como si estuviese vivo; los demás intentaron quitarselo de encima, pero Alban salió corriendo de la casa y se tiró al pantanoso foso. Su armadura se estaba disolviendo, y la piel le empezaba a escocer. Viendo que el agua no retiraba la baba, se acercó a un árbol y empezó a restregarse, pero no funcionó... ya se estaba empezando a disolver su piel. Los demás lo llevaron de vuelta a la casa, y allí Dother intentó restregarle tierra a ver si se le iba, pero tampoco hubo manera. Le acercaron un par de antorchas, y parece que la gelatina se retraía sobre sí misma, pero no lo suficiente para desprenderse. Al final, el propio Alban, desesperado, se restregó una antorcha a sí mismo, quemándose pero también haciendo que gruesos pegotes de moco cayesen al suelo. Los demás empezaron a pegarle con las antorchas, pero lo estaban quemando a él también; lo dejaron insconciente, y no habían despegado suficiente bicho para que dejase de disolverse. Almeth trató de curarlo pero no fue suficiente, así que intentó cercenar parte de la gelatina, sin embargo acertó a darse con el puño de la espada en la frente y empezó a sangrar; la sangre se le metió en los ojos y le impedía ver. Entonces, Aelud propuso su plan maestro: dejar una puerta entrecerrada, hacer pasar a Alban por ella para que se rebosase la baba y cerrarla de golpe. Alban ya no tenía piel, y sus músculos se empezaban a deshacer... aún así probaron el plan, que no surtió efecto. Almeth le empezó a pegar al bicho, pero ya era demasiado tarde, pues se estaban viendo los intestinos foltando en el interior de la gelatina, rotos y deshechos. Aún así, la mucosa se desprendió tras darle algo de castigo, volviendose marron y haciéndose más liquida e inerte. Le tomaron el pulso a Alban, tocándole directamente el corazón, que estaba al descubierto, pero obviamente estaba muerto. Envolvieron el cadáver en unas antiguas sábanas sucias y rotas que cogieron de la habitación del oficial, y lo dejaron en la mesa de la cocina, con Conomen.

El grupo volvió a bajar por las escaleras, esta vez con mucho más cuidado. Dother asomó su espada por el arco de la puerta, a modo de espejo, que refulgió verde al encarara hacia el techo. El mercenario echó a correr, esperando que la baba no le cayese encima, y efectivamente otro bulto mucoso igual que el anterior cayó, pero no a tiempo como para atraparle. Entonces empezó a reptar por el suelo, intentando abalanzarse sobre Dother, que intentaba repeler a la cosa a golpe de espada. Se encontraba en una amplia estancia rectangular de piedra, con las escaleras en el centro, un par de columnas a los lados, a la izquierda un par de puertas de madera y a la derecha un oscuro pasillo. Mientras tanto, Awaie disparaba con su arco pero el sudor le caía en los ojos y no podía apuntar, y Almeth se acercó a ayudar. Al pinchar Almeth a la criatura, esta se dió la vuelta, y empezó a perseguirle. Tras marear un poco al monstruo, echaron a correr escaleras arriba, a la vez que escuchaban un horrible rugido gutural que provenía de la oscuridad del subterráneo. Dejaron que la baba les persiguiese hasta el patio de fuera, y luego entraron en la casa cerrando la puerta. Se filtraba igualmente por los boquetes de la madera, pero aprovecharon para pegarle. Repitieron el proceso un par de veces, hasta que el monstruo cayó muerto.

Inmediatamente escucharon un grito de mujer, y todos corrieron hacia la cocina. Una vez allí, se encontraron conque los tres hombres de antes, que resultaron ser despreciables bandidos, estaban rodeando a Conomen con malas intenciones, mientras esta se apretaba contra una esquina sacando su daga. La mula estaba en la otra esquina. Aelud rápidamente invocó su conjuro de dormir, y dos de los maleantes cayeron dormidos. Almeth y Dother se acercaron a enfrentarse al que quedaba en pie, pero al recibir un espadazo perdió el valor y salió corriendo. Ese fue su peor error, pues le dió la espalda a Conomen y esta le introdujo su daga por debajo del omoplato derecho, rasgando carne y tendones y haciéndolo caer de rodillas con los brazos encogidos, dejándolo caer todo al suelo. La doncella se tiró encima del bandido y empezó a apuñalarlo en la nuca riéndo de forma histérica, poniendose perdida de sangre.
Los Errantes ataron a los otros dos desgraciados, y se los llevaron a habitaciones separadas para interrogarlos. El primero, bastante desdeñoso, se negaba a hablar incluso ante las exlamaciones de "lo sacrificaremos a nuestro dios" de Awaie. Almeth le increpó a hablar, y el bandido le escupió a la cara. El Galante perdió la compostura y le propinó un puñetazo a la cara, pero el bandido no se dió por vencido, escupiéndole de nuevo. Almeth, enfurecido, cogio carrerilla y se tiró pegándole una patada doble en la mandíbula que lo dejo noqueado. El otro bandido no era mucho más colaborador, e insistia en que sólo daba un paseo y no conocía a los demás de nada, además de clamar que fué Conomen quien les atacó. Dother quería torturarlo con una antorcha, y pero Aelud no lo permitió y decidió llevarlo a la justicia lo antes posible.

Ataron a ambos bandidos como cerdos a unos palos y se los llevaron, junto con el cadáver de Alban, de vuelta a Hommlet a que se impartiese justicia, con el sol ya bajo en el horizonte...

jueves, 23 de octubre de 2008

Fallece Erick

Erick
El Veterano

12018 - 12040

Fallecido en Hommlet, Verbobonc
el 12 de Jevar'kiev del 12040


Envenenado por una víbora gigante en llamas que le mordió el torso repetidamente, además de quemarse al atacarla y al tratar de arrancarle un colmillo como trofeo mientras aún ardía. Sus compañeros no lograron llevarle a tiempo de vuelta a Hommlet y murió intoxicado.

Siempre le recordaremos por la valentía que demostró en sus últimos momentos; aunque fuese un poco torpe y lento, tenía un gran espíritu guerrero.

D.E.P.

martes, 21 de octubre de 2008

La Salchicha, la Rata, y la Grulla

Resúmen 19/10/2008

La mayoría de ratas resbalaban en la grasa pugnando por salir, mientras dos de ellas, las más veloces, llegaron a los guerreros antes de ser afectadas por el conjuro, y empezaron a morder furiosamente. Lilia, desde su posición elevada, intento distraer a las ratas tirando una salchicha de marinero, pero sólo una de ellas se sintió atraída por el embutido... trató de acercarse, pero seguía desbarrando en la grasa mágica.

Aelud se metió los dedos en sus grotescas orejas, sacó un pegote hediondo de cera y formó una bola con las manos; pronunció unas palabras arcanas, trazó unos símbolos en el aire, y de la retaguardia de las ratas empezó a surgir el sonido (ilusorio) de tres tigres rugiendo. Por desgracia, sólo una de las ratas se asustó lo suficiente, y, tras resbalar un poco en la grasa, echó a correr tratando de rodear a los humanos, aprovechando Aelud para pegarle un bastonazo y largarla.

De mientras, una feroz rata le mordía la pierna a Dother, llenándole la herida con espumarrajos repugnantes.. ante esto, Alban perdió el valor y fué a refugiarse con Petia en la cocina. Gloin acabó de un solo golpe con tres bestias, y cargó al combate, intentando lanzarse de cabeza al centro de la horda de ratas, pero nada mas llegar al borde de la grasa resbaló y no podía mantenerse en pie lo suficiente como para avanzar. Liliah trató de atacar a las ratas también, pero calculó mal sus pasos y acabo cayendo de culo en el área engrasada por Daralhar; trató de levantarse varias veces, pero se volvía a caer.

Un par de ratas más lograron salir de la zona resbaladiza, y comenzaron a atacar a los aventureros. Erick se acercó para matarlas, pero le huían y tenía que perseguirlas, retrasando su ataque, y las que lograba alcanzar las mataba Dother... cuando al fin logró encararse con una, esta se distrajo con la salchicha que andaba por allí cerca, y se fue a por ella. Se puso panza arriba a jugar con la salchicha, y Erick se acercó dispuesto a enfrentarse a la rata; adoptó la ancestral postura de combate de La Grulla, una táctica en la que el guerrero espera valientemente el ataque de su adversario para responder con un demoledor contraataque. La rata siguió jugando con la salchicha.

Entre tanto, Daralhar iba dando buena cuenta a distancia con su arco corto de las ratas que aún se revolcaban, mientras Aelud iba haciendo un montón con las que habían quedado moribundas. La grasa se disipó por fin (junto con el engaño audible) y Gloin aprovechó para cargar contra el grueso de ratas que habían quedado retrasadas. Daralhar volvió a lanzar otra grasa, y Gloin dio con las barbas en el suelo, junto con las alimañas de su alrededor. Lilia quiso saltar encima de una rata evitando la nueva grasa, pero se quedó corta y aterrizó en el área del conjuro, cayéndose de espaldas. Aelud comenzó a rematar a las ratas muertas, pero le resultó un acto demasiado despiadado machacar a los animales indefensos; sin embargo, al momento recapacitó, justificandose en acabar rápidamente con el sufrimiento de las bestias.

Al fin, la rata salchichera se espabiló, se tragó la salchicha de un mordisco y aún le quedo impulso para morder a Erick, que por fin, agarrotado ya, pudo contraatacar con La Grulla. La rata murió espachurrada por el lucero del alba del Veterano, y las demás cayeron rápido bajo la espada de Gloin y los demás.

Terminada ya la larga refriega contra los rabiosos animales, los Errantes se pararon a examinar sus heridas y a recuperar el aliento, notando que Dother tosía y su herida de la pierna, donde le había roido una rata, tenía un aspecto horrible. Conomen se acercó a examinarle increpada por los demás, pero el mercenario repudió sus cuidados. Mientras, Liliah le apreto la herida a Gloin a ver si salía algo, y efectivamente, salió sangre.

El resto de los Errantes se volvió a Hommlet, y Dother insistió en que tenía que volver con Rannos para saber que estaban bien y prolongar el contrato. Los aventureros no querían dejarlos marchar, pero al final tuvieron que acceder y los mercenarios se fueron a Hommlet, diciendo que si todo iba bien volverían en un rato.

En ese momento volvió a aparecer Awaie, el hada aprendiz, y el grupo decidió enviarlo a el y a Lilia a investigar la alacena de dónde habían salido las ratas. En absoluto silencio, se infiltraron, viendo que en los estantes no había mas que jarras rotas y escombros, pero que la estancia hacía esquina con unas escaleras de piedra que descendían en la oscuridad. Como veían que todo parecía seguro, decidieron llamar a los demás, y estos empezaron a buscar a ver si encontraban algo. Aelud se dió cuenta, efectivamente, de que en un estante superior había un jarro en buen estado, lleno de aceite inflamable, con el que el grupo fabricó unas cuantas antorchas bastante chapuceras. Awaie lanzó una de estas escaleras abajo, a ver hasta dónde llegaban, y vio que unos ochenta pies más abajo se acababan los peldaños, dando paso a través de un arco de piedra de unos diez pies de ancho a una estancia de la que solo se veía un poco de suelo. El grupo decidió que antes de bajar sería buena idea explorar el resto de la casa.

En el pasillo del ala opuesta, de forma simétrica al anterior, había varias puertas, y al fondo se discernia una estancia llena de escombros; parece que una de las esquinas del fuerte se había derrumbado hacia adentro. Mientras la mayoría exploraba el pasillo, Aelud se metió el sólo en dicha camara, y rápidamente se dió la vuelta al ver algo grueso deslizandose entre los cascotes del derrumbe. En cuanto alcanzo el pasillo, mientras alertaba a los demás, estos vieron como una enorme serpiente se alzaba tras el albino, pero antes de que pudiera arrancarle la cabeza Daralhar lanzó su última grasa bajo el cuerpo del monstruo, haciendo que resbalase y permitiendo a Aelud poner mucha distancia de por medio.

Gloin se lanzó a la carga contra el monstruo, pero con sus piernas tan cortas no llegó hasta bastante después que sus compañeros; Erick resbaló en el borde de la grasa, y Lilia cargó contra la serpiente pero no pudo atravesar sus duras escamas. Aelud le picó un ojo a distancia, y se fué corriendo a buscar el jarro de aceite que habían utilizado antes...
La serpiente trató de morder a Lilia, sin éxito, y tras unos cuantos flechazos Awaie se lanzó a claverle su espada al monstruo en la cabeza. Daralhar disparó con su arco corto causando un daño masivo en la serpiente, que empezó a soltar sangre a chorros y dió con los colmillos en el suelo, pero todavía viva. En ese momento apareció Aelud con el jarro de aceite, grito que se apartasen todos y volcó la sustancia sobre la serpiente... alcanzando también a Awaie, que no se había apartado, pero echó a volar empapada lo más lejos que pudo. El Prestidigitador lanzó una antorcha a la bestia y esta empezó a arder, pero aún viva y más enfurecida, volvió a la carga. Lilia busco la cola del monstruo, mientras Erick y Gloin le hacían frente. Erick recibió un brutal mordisco en el tronco, inyectándole el ofidio una cantidad enorme de veneno, además de quemarlo con las llamas que desprendía su cuerpo. El fuego acabó rápidamente con las fuerzas que le quedaban a la serpiente, pero fué Lilia la que le asestó el golpe mortal clavándole su espada en la cola.

La herida de Erick tenía muy mal aspecto, y rebosaba de veneno... el Veterano empezó a debilitarse por momentos, pero aún así reunió fuerzas suficientes para arrancarle un colmillo a la serpiente, junto con Gloin que se llevo el otro, pero quemándose ambos en el proceso, pues el monstruo seguía ardiendo.
Daralhar guardó veneno de serpiente, y Aelud trató de hacer memoria pero no recordaba que planta curaba el veneno de esta especie, es más, no logro reconocer la especie. El grupo decidió volver a Hommlet a toda prisa, pues Erick se había puesto mucho peor, entrando en coma por la enorme toxicidad del veneno. Mandaron a Awaie por delante a buscar ayuda al templo, puesto que el hada era mucho más veloz volando que el resto.

El hada Aprendiz llegó a Hommlet rápidamente. Ya había caído la noche, pero reconocío sin problemas las antorchas siempre ardientes de la puerta del templo de St. Cuthbert. Entró pidiendo ayuda, y el bello hermano Calmert salió de la sacristía, dirigiendose al hada con su habitual amabilidad pero parsimonia. Awaie le explicó que un amigo suyo estaba en apuros, había sido envenenado por una gran serpiente e iba a morir... el hada estaba muy desesperada, y le pidió por favor una poción o algo que lo curase. Calmert le ofreció entonces una poción que relentizaba los efectos del veneno, pero Awaie quería algo más potente. Calmert fué a buscar a la sacristía, y vino con una poción similar pero bastante mas fuerte, preparada por el Fraile Terjon; el hermano Calmert se puso a explicar sus virtudes y la donación necesaria para cubrir los gastos de, pero antes de que pudiese termianr Awaie directamente le lanzó su bolsa, y le dijo que se quedase con todo, que su amigo corría mucho peligro. Calmert examinó la bolsa, y vió que no era suficiente... pidió una donación de unas cuatrocientas monedas de oro, pero Awaie no poseía tal cantidad. El hada estaba al borde de la histeria, sin saber que hacer, y unas voces en su cabeza empezaron a tentarle para que le robase la poción al fraile de las manos... al final, presa del pánico, se lanzó manoteando intentando robarle el frasco al clérigo, pero este se zafó, y asustado echó a correr a la sacristía pidiendo ayuda. Awaie huyó rápidamente, muy apenado, con las manos vacías...

(pulsar para ver bien el cutre-dibujo xD)

Cuando el hada volvía por el camino, se encontro a Conomen y a Dother, y les dijo que se apresurasen, que Erick estaba en peligro. Alcanzaron la carreta donde yacía Erick, escoltada por los demás Errantes, pero al ir a comprobar el estado del Veterano, se dieron cuenta de que éste ya había pasado a mejor vida. La compañía decidió volver a Hommlet, y darle allí santa sepultura a tan valiente miembro del grupo que dió su vida en primera linea de combate...

domingo, 19 de octubre de 2008

La Casa del Foso

Resúmen 11/10/2008

Los Errantes se adentraron en la casa del foso, entrando por la puerta principal al patio, lleno de escombros y maleza seca, aparentemente desierto. Sólo entraron Alban, Lilia, Erick, Aelud y Daralhar, los demás quedaron esperando antes del portón.

Lilia empezó a corretear alegremente, mientras que a Alban le llamó la atención inmediatamente la puerta destrozada, ahora una oscura abertura, que daba paso al único torreón del muro.
Al asomarse, con una linterna en la boca, y con Erick cubriéndole las espaldas, se dieron cuenta de que el suelo estaba lleno de basura, suciedad y huesos humanos, y antes de que pudieran reaccionar, una araña lobo gigante, de la envergadura de un carromato, saltó desde el techo y mordió al Corredor en el pecho inyectandole su veneno. Erick y Alban se enfrentaron codo con codo a la monstruosidad, mientras Aelud y Daralhar le piqueteaban los ojos desde la retaguardia con sus poderes. Lilia se acercó, pero no encontró hueco para atacar entre los dos combatientes, y, tras varios intercambios de golpes, Daralhar le disparó una flecha con tal certeza que le clavo una pata delantera al cuerpo y a sí misma. Al final, el arácnido acabó sucumbiendo, y a Lilia le faltó tiempo para saltar sobre el.

Había unas escaleras que ascendían por la pared de la torre, cuyo techo estaba sumido en la oscuridad, así que varios valientes comenzaron a subir por los precarios peldaños, hasta que no pudieron avanzar más. Sin embargo, la luz de las antorchas ya alcanzaba a iluminar el derruido techo, en el que contemplaron horrorizados como la araña había creado su cónico cubil de gruesos hilos de tela, del que colgaban varios esqueletos irreconocibles, y los cadáveres de varios enanos, estos recientes, sangrantes y ensartados de flechas.
El grupo estuvo deliberando que hacer, mientras que Alban registraba la basura del suelo y encontraba cierta cantidad de tesoro, y al final decidieron tratar de registrar a los cadáveres y luego quemar el cubil del monstruo, así que enviaron a Lilia a trepar hasta los enanos y bajarlos de allí. Lilia intentó trepar por la pared pero ambas veces perdió asidero y dio a parar con la boca en la fría piedra. La Aprendiz tiró la toalla y los demás directamente prendieron fuego a la telaraña, esperando en el arco de la puerta a que los enanos cayesen como frutas maduras. En ese momento apareció Gloin, que había oído el escándalo y no quería perderse la pelea, pero obviamente ya era demasiado tarde y se limitó a ayudar a Erick a sacar rápidamente a los enanos de la torre, cubriéndose con lo que podían de los trozos de de telaraña y madera en llamas que caían del techo. El registro de los cadaveres dió poco fruto, ya que parece que habían sido saqueados de todas sus pertenencias incluidas las armaduras, y suspicazmente se dieron cuenta de que las flechas que tenían clavadas estaban en zonas donde la armadura no les hubiese dado protección, y también lucían feas heridas de otro tipo de armas.

Sólo quedaba por penetrar la destrozada y astillada puerta que daba a la casa, en lo alto de los anchos peldaños, que tras un breve examen mostraban signos de haber sido transitados recientemente por pies humanos (¿humanoides?, Alban no consiguió discernir el tipo). Petia la defensora de St.Cuthberth se unió al grupo trayéndose a los mercenarios, y todos se internaron la oscuridad de la fortaleza...

En el interior, los Errantes se encontraron en lo que antaño fue una gran cámara de audiencias, como mostraban los emblemas y tapices roídos de las paredes, mobiliario destruido, y montones de tela podrida apilada en las esquinas. Una vez ricamente aprovisionada, había sido registrada a conciencia, saqueada y pillada. Hojas y suciedad cubrían el techo, y telarañas colgaban de las paredes. Alzando la vista, podían ver haces de luz y trozos de piedra atravesando el techo, indicando que el piso superior del lugar estaba totalmente destruido y dificilmente transitable por algo mayor que una simple rata.Varios pasillos salían de la camara, y al fondo había una puerta en perfecto estado y bien cerrada, aparentemente reparada hace muy poco.

El grupo decidió explorar el pasillo que salía de la izquierda, así que mandaron a Lilia a explorar furtivamente; encontró varias puertas a los lados del pasillo, y al fondo unos barracones con las camas destrozadas, el techo en un estado deplorable, y un enorme lagarto durmiendo cerca de un cofre. Volvió para informar a sus compañeros, y decidieron seguirla hasta mitad del pasillo mientras ella intentaba abrir el cofre. Se acercó sigilosamente a la criatura, y saltó de terror cuando vio que esta abría un ojo indicando en efecto que no estaba en absoluto dormida, lanzándose al ataque intentando arrancarle la cabeza a la semielfa de un mordisco. Sus compañeros se lanzaron a la carga, Alban asestando el primer y más cruento golpe, mientras Daralhar repasaba una y otra vez en su libro de conjuros el hechizo Grasa buscando la manera de aplicarlo a la situación. El lagarto resultó no ser muy fiero, y al poco cayó derrotado. El grupo abrió el cofre y encontró una ballesta, algunas monedas y una túnica de escamas, que repartieron igualitariamente. Tuvieron que salir a toda prisa de los barracones, porque del techo se desprendían algunos cascotes que podrían resultar letales.

El grupo se puso a registrar el resto de estancias de este ala de la casa, empezando por la antigua y destrozada cocina, llena de utensilios oxidados y manchas de moho. Al fondo había una chimenea, que causo curiosidad en Petia, pero nada mas acercarse a investigarla una enorme pulga del tamaño de un perro cayó por el conducto y salto hacia ella, mordiéndola en el sobaco, para sorberle la sangre. Los demás intentaron alcanzar a la pulga, pero esta, aparte de tener un caparazón durisimo, pivotaba sobre su propia boca esquivando la mayoría de los golpes, e incluso los intentos de Dother de sujetarla. Al final la misma Petia se la quitó de encima, pero saltando era incluso más dificil de alcanzar. Consiguieron amedrentarla un poco con algo de fuego, y después de unos cuantos golpes de suerte, acabó mordiendo el polvo.

En otra de las estancias, parece que la del mayordomo, totalmente en ruinas, encontraron un portaantorchas que ocultaba su factura de plata bajo un manto de suciedad y hollín. Una oscura habitación cercana albergaba trofeos de caza destrozados y póco más que basura. Explorada ya toda esa ala, los aventureros decidieron volver a la cámara de audiencias. Petia, bastante cansada, se retiró a la cocina.

Una vez de vuelta en la entrada, empezó una discusión acalorada acerca de si Dother debía ir por delante del grupo a investigar o no. Erick defendía que no debían utilizarlo de escudo humano, y Aelud, Daralhar y Alban decían que para eso le pagaban. Al final, acabaron mandando a Dother, que de mala gana se acercó a la pequeña puerta de la esquina. Al alumbrar con su antorcha, descubrió que daba a una especie de alacena, con unos sospechosos bultos, vivos, en los estantes, por lo que volvió muy deprisa a alertar a los demás. Alban se acercó y tiró una antorcha, y empezaron a ver como ratas del tamaño de gatos, echando espuma por la boca, salían de todas partes para atacarles. Dother y Alban echaron a correr pero al momento se dieron la vuelta y plantaron cara a las bestias, Liliah se subió al montón de basura mas alto que vió, y los demás se fueron a refugiarse en las habitaciones de antes. En aquel momento, hizo aparición por la puerta Awaie, el Hada Duende Aprendiz, disparando a las ratas con su arco, y al final los demás Errantes volvieron a prestar ayuda a sus compañeros. Daralhar, con mucho tino, lanzo su conjuro Grasa contra las alimañas mientras estas salian a tropel de la despensa, haciendo que casi todas quedasen resbalando y revolcandose sin poder moverse. Esto era sólo el comienzo de una larga y dura batalla contra las ratas rabiosas...

lunes, 13 de octubre de 2008

Atravesando el Farragoso Pantano

Resúmen 4/10/2008

Petia, de la orden de St.Cuthberth, Sondor Cleo-fone, Monaguillo de Odín, Aelud Nevir el Prestidigitador y Alban el Corredor, todos ellos integrantes del grupo Los Errantes, un grupo que todavía no tiene ni fama ni honor ni renombre (y mientras siga sin emblema ni nada así seguirá), terminaron el viaje desde el sur de la costa salvaje a Hommlet con un día de retraso respecto a sus compañeros.

Alban se informó un poco de los edificios de interés del acogedor pueblo hablando con un muchacho en la primera granja de la villa, y al llegar al centro del pueblo, en la puerta de la posada de la Bienavenida Doncella se encontraron con el resto del grupo, que preparaba sus arreos y su equipo para dirigirse a la misteriosa casa del foso, acompañados de la bella Conomen y el ceñudo Dother, contratados a Rannos en el almacén.

Alban y Aelud, que habían hecho buenas migas por su condición de Gente Fantasmal, se adelantaron para explorar el camino que salía hacía el Este de Hommlet. En este camino, muy transitado y llano, lleno de caravanas, algún mercader malnacido les dijo que por allí se iba a Verbobonc, gran mentira, puesto que más tarde averiguaron que esta senda, conocida como el Camino Bajo se desviaba al norte en dirección a Bobanwycn, que estaba a muchas leguas, evitando los pantanos y el Bosque Nudoso que se extendían hacia el Este.

Los demás Errantes no se habían dado cuenta de la marcha del monstruoso prestidigitador y el corredor, y se pusieron un poco nerviosos, empezando a discutir banalidades e incluso a punto de cruzar hierro entre los de St.Cuthberth y los de Odín, o el de Odín más bien. Decidieron entrar en la Doncella a preguntar algo, y Daralhar le dió cuerda a Ostler para que contara otra de sus batallitas, mientras los demás no paraban de tirar de el para irse ya. Esta vez era acerca de como asaltó la casa del foso en su juventud, y luego contó otra de un Troll que vivía en una caverna cercana.


Tras muchas discusiones, se pusieron en marcha, y llegaron a donde el Camino Bajo torcía al norte y se situaba un cartel "A Bobanwycn", bajo el cual, descendiendo por un terraplén, como bien les había indicado Ostler, comenzaba un angosto camino que se adentraba en los yermos del Este. Era evidente que el camino estaba en desuso, y había que abrirse paso en muchos tramos, pero Alban y Liliah encontraron rastros recientes de tránsito en algunos puntos. Estos dos valientes se adelantaron un poco, y tras unas millas, donde el yermo dió paso al fétido pantano, con el oscuro bosque nudoso de telón de fondo, encontraron la derruida casa del foso, rodeada de altos juncos y fanganales, accesible solo por un estrecho pasaje de quince pies de ancho y unas podridas tablas que se internan en la fortaleza. Alrededor, montones de cadaveres humanos y no tan humanos yacían entramados en unas gruesas zarzas de aspecto malsano y antinatural, y un croar horripilante surgía de las charcas de alrededor, casi como si lo emitiese una garganta humana. Los demás les dieron alcance, y al ir a adentrarse en la casa, de los juncos surgieron multitud de enormes ranas con gigantescas lenguas humanas.
Alban luchó contra una de las ranas mas grandes, mientras Liliah huía hacia la casa del foso, y los demás, exceptuando los magos, cargaban al combate. Mientras Daralhar daba apoyo con su arco, Aelud lanzó un conjuro que durmió mágicamente a las ranas mas pequeñas, lo que permitió a los demás las remataron es su indefenso estado de sopor, y tras una sangrienta refriega las dos mas grandes acabaron sucumbiendo también, una de ellas resultando haber engullido una piedra preciosa de color violeta.

Mientras muchos de los aventureros se recuperaban, varios de ellos se adentraron valientemente, quizás demasiado, en las siniestras ruinas...