El Templo del Mal Elemental

Este es el blog oficial de la partida de HackMaster de las Sirenas, auspiciados por la asociación de rol El Dirigible, en Sevilla. Dirigida por Carlos Burón, en esta dura campaña de Gary Gigax los jugadores, conocidos como Los Errantes, sudan sangre y fichas de personaje enfrentándose a las fuerzas del Templo del Mal Elemental. Aquí podrás encontrar resúmenes, informaciónes varias, y (espero) material que aporten los jugadores. ¡A leer!

domingo, 19 de octubre de 2008

La Casa del Foso

Resúmen 11/10/2008

Los Errantes se adentraron en la casa del foso, entrando por la puerta principal al patio, lleno de escombros y maleza seca, aparentemente desierto. Sólo entraron Alban, Lilia, Erick, Aelud y Daralhar, los demás quedaron esperando antes del portón.

Lilia empezó a corretear alegremente, mientras que a Alban le llamó la atención inmediatamente la puerta destrozada, ahora una oscura abertura, que daba paso al único torreón del muro.
Al asomarse, con una linterna en la boca, y con Erick cubriéndole las espaldas, se dieron cuenta de que el suelo estaba lleno de basura, suciedad y huesos humanos, y antes de que pudieran reaccionar, una araña lobo gigante, de la envergadura de un carromato, saltó desde el techo y mordió al Corredor en el pecho inyectandole su veneno. Erick y Alban se enfrentaron codo con codo a la monstruosidad, mientras Aelud y Daralhar le piqueteaban los ojos desde la retaguardia con sus poderes. Lilia se acercó, pero no encontró hueco para atacar entre los dos combatientes, y, tras varios intercambios de golpes, Daralhar le disparó una flecha con tal certeza que le clavo una pata delantera al cuerpo y a sí misma. Al final, el arácnido acabó sucumbiendo, y a Lilia le faltó tiempo para saltar sobre el.

Había unas escaleras que ascendían por la pared de la torre, cuyo techo estaba sumido en la oscuridad, así que varios valientes comenzaron a subir por los precarios peldaños, hasta que no pudieron avanzar más. Sin embargo, la luz de las antorchas ya alcanzaba a iluminar el derruido techo, en el que contemplaron horrorizados como la araña había creado su cónico cubil de gruesos hilos de tela, del que colgaban varios esqueletos irreconocibles, y los cadáveres de varios enanos, estos recientes, sangrantes y ensartados de flechas.
El grupo estuvo deliberando que hacer, mientras que Alban registraba la basura del suelo y encontraba cierta cantidad de tesoro, y al final decidieron tratar de registrar a los cadáveres y luego quemar el cubil del monstruo, así que enviaron a Lilia a trepar hasta los enanos y bajarlos de allí. Lilia intentó trepar por la pared pero ambas veces perdió asidero y dio a parar con la boca en la fría piedra. La Aprendiz tiró la toalla y los demás directamente prendieron fuego a la telaraña, esperando en el arco de la puerta a que los enanos cayesen como frutas maduras. En ese momento apareció Gloin, que había oído el escándalo y no quería perderse la pelea, pero obviamente ya era demasiado tarde y se limitó a ayudar a Erick a sacar rápidamente a los enanos de la torre, cubriéndose con lo que podían de los trozos de de telaraña y madera en llamas que caían del techo. El registro de los cadaveres dió poco fruto, ya que parece que habían sido saqueados de todas sus pertenencias incluidas las armaduras, y suspicazmente se dieron cuenta de que las flechas que tenían clavadas estaban en zonas donde la armadura no les hubiese dado protección, y también lucían feas heridas de otro tipo de armas.

Sólo quedaba por penetrar la destrozada y astillada puerta que daba a la casa, en lo alto de los anchos peldaños, que tras un breve examen mostraban signos de haber sido transitados recientemente por pies humanos (¿humanoides?, Alban no consiguió discernir el tipo). Petia la defensora de St.Cuthberth se unió al grupo trayéndose a los mercenarios, y todos se internaron la oscuridad de la fortaleza...

En el interior, los Errantes se encontraron en lo que antaño fue una gran cámara de audiencias, como mostraban los emblemas y tapices roídos de las paredes, mobiliario destruido, y montones de tela podrida apilada en las esquinas. Una vez ricamente aprovisionada, había sido registrada a conciencia, saqueada y pillada. Hojas y suciedad cubrían el techo, y telarañas colgaban de las paredes. Alzando la vista, podían ver haces de luz y trozos de piedra atravesando el techo, indicando que el piso superior del lugar estaba totalmente destruido y dificilmente transitable por algo mayor que una simple rata.Varios pasillos salían de la camara, y al fondo había una puerta en perfecto estado y bien cerrada, aparentemente reparada hace muy poco.

El grupo decidió explorar el pasillo que salía de la izquierda, así que mandaron a Lilia a explorar furtivamente; encontró varias puertas a los lados del pasillo, y al fondo unos barracones con las camas destrozadas, el techo en un estado deplorable, y un enorme lagarto durmiendo cerca de un cofre. Volvió para informar a sus compañeros, y decidieron seguirla hasta mitad del pasillo mientras ella intentaba abrir el cofre. Se acercó sigilosamente a la criatura, y saltó de terror cuando vio que esta abría un ojo indicando en efecto que no estaba en absoluto dormida, lanzándose al ataque intentando arrancarle la cabeza a la semielfa de un mordisco. Sus compañeros se lanzaron a la carga, Alban asestando el primer y más cruento golpe, mientras Daralhar repasaba una y otra vez en su libro de conjuros el hechizo Grasa buscando la manera de aplicarlo a la situación. El lagarto resultó no ser muy fiero, y al poco cayó derrotado. El grupo abrió el cofre y encontró una ballesta, algunas monedas y una túnica de escamas, que repartieron igualitariamente. Tuvieron que salir a toda prisa de los barracones, porque del techo se desprendían algunos cascotes que podrían resultar letales.

El grupo se puso a registrar el resto de estancias de este ala de la casa, empezando por la antigua y destrozada cocina, llena de utensilios oxidados y manchas de moho. Al fondo había una chimenea, que causo curiosidad en Petia, pero nada mas acercarse a investigarla una enorme pulga del tamaño de un perro cayó por el conducto y salto hacia ella, mordiéndola en el sobaco, para sorberle la sangre. Los demás intentaron alcanzar a la pulga, pero esta, aparte de tener un caparazón durisimo, pivotaba sobre su propia boca esquivando la mayoría de los golpes, e incluso los intentos de Dother de sujetarla. Al final la misma Petia se la quitó de encima, pero saltando era incluso más dificil de alcanzar. Consiguieron amedrentarla un poco con algo de fuego, y después de unos cuantos golpes de suerte, acabó mordiendo el polvo.

En otra de las estancias, parece que la del mayordomo, totalmente en ruinas, encontraron un portaantorchas que ocultaba su factura de plata bajo un manto de suciedad y hollín. Una oscura habitación cercana albergaba trofeos de caza destrozados y póco más que basura. Explorada ya toda esa ala, los aventureros decidieron volver a la cámara de audiencias. Petia, bastante cansada, se retiró a la cocina.

Una vez de vuelta en la entrada, empezó una discusión acalorada acerca de si Dother debía ir por delante del grupo a investigar o no. Erick defendía que no debían utilizarlo de escudo humano, y Aelud, Daralhar y Alban decían que para eso le pagaban. Al final, acabaron mandando a Dother, que de mala gana se acercó a la pequeña puerta de la esquina. Al alumbrar con su antorcha, descubrió que daba a una especie de alacena, con unos sospechosos bultos, vivos, en los estantes, por lo que volvió muy deprisa a alertar a los demás. Alban se acercó y tiró una antorcha, y empezaron a ver como ratas del tamaño de gatos, echando espuma por la boca, salían de todas partes para atacarles. Dother y Alban echaron a correr pero al momento se dieron la vuelta y plantaron cara a las bestias, Liliah se subió al montón de basura mas alto que vió, y los demás se fueron a refugiarse en las habitaciones de antes. En aquel momento, hizo aparición por la puerta Awaie, el Hada Duende Aprendiz, disparando a las ratas con su arco, y al final los demás Errantes volvieron a prestar ayuda a sus compañeros. Daralhar, con mucho tino, lanzo su conjuro Grasa contra las alimañas mientras estas salian a tropel de la despensa, haciendo que casi todas quedasen resbalando y revolcandose sin poder moverse. Esto era sólo el comienzo de una larga y dura batalla contra las ratas rabiosas...

No hay comentarios: