Tras un sueño reparador, los Errantes amanecieron al día siguiente sin sospechar lo que había acaecido en aquella noche. Mientras Dunkan estaba realizando sus rezos matutinos, Calmert se le aproximó y le dijo que había ocurrido algo terrible con la niña. Le guió hasta la habitación donde la habían encerrado, y con horror contemplaron como en vez de una niña lo que había era un charco de sangre, pulpa de carne semiderretida y huesos, huesos del tamaño de una niña pequeña.
Calmert fué a avisar al Fraile Terjon a sus aposentos, y este fué a la habitación sin demora. Al ver lo que había sucedido, le vino una oscura sospecha y anunció que necesitaría un poco de tiempo a solas en la estancia pues iba a realizar un ritual para desvelar la verdad de lo que había acontecido allí durante las horas más oscuras de la noche. Los clérigos esperaron fuera con impaciencia, y en ese momento llegaron los demás Errantes buscando a Dunkan.
Al cabo de un rato, Terjon salió, y anunció que por medio de su ritual había llegado a la conclusión de que la niña que habían encerrado era un engendro del mal, un muerto viviente, y que al pasar la noche en un templo sagrado de St.Cuthbert se había deshecho. Supusieron entonces que el molino era una trampa, así que sin la presión de rescatar al niño, Dunkan pasó la siguiente semana en el templo entrenando para convertirse en Hermano, mientras los demás fueron a Verbobonc a mejorar varias de sus habilidades, aunque algunos volvieron con las manos vacías.
Una vez completado el entrenamiento, cavilaron sobre el proximo paso a dar. Como gran parte del grupo no estaba disponible para salir de aventuras, decidieron que lo mejor era cazar al jabalí rabioso que hace tiempo les había encomendado matar el Druida Bastongrís.
Ya que habían encontrado al jabalí en la senda del molino el día anterior, se pusieron a buscar a la bestia por el mismo sitio. Una llegado el punto donde dejaron el jabalí, visible por el fuego del aceite de Darhalar, Zoa se puso a seguir el rastro del animal. Parece que las huellas se dirigían hacia el oeste, campo a través entre las colinas, asi que, no sin poca dificultad, los Errantes se metieron entre arbustos arboles y espinos en pos de su presa. Sin embargo, al poco tiempo Zoa perdio el rastro, y tuvieron que confiar en los poderes druidicos de Eber Donn, que les indicó la direccion general donde se encontraba el animal.
Avanzado un trecho, empezaron a escuchar un ruido como de gorrinazos, así que se pusieron todos en guardia y en formación, y vieron como un jabalí enorme estaba corriendo en direccion contraria a ellos. Eber le preguntó a un pájaro con sus poderes, y el pájaro le respondió una tontería.
Los Errantes se lanzaron en pos de la bestia, y trás un carrerón llegaron a un claro que colindaba con un risco. En la base del risco había una enorme entrada a una oscura caverna, de la que surgían profundos gruñidos porcinos, y el grupo se adelantó hacia el claro (todos menos Darien, que bastante estaba sufriendo ya bajo el abrigo de los árboles como para salir a cielo descubierto).
En ese instante apareció un jabalí gigante cargando desde el interior de la caverna, y empezarón a intercambiar golpes con la bestia. Dunkan se llevó algunos mordiscos, pero entre Zoa y Eber, que rodeó a la bestia y se puso a su espalda, derribaron al animal. Entonces apareció otro jabalí mas, sin embargo on pudo hacer mucho mas que su compañero. Tras darle el golpe de gracia Eber, apareció enormemente enfurecido un jabalí mucho mayor, una bestia gigante poseida por alguna enfermedad terrible. Sin embargo, Daralhar conjuró un hechizo de Grasa bajo el animal, y este empezó a resbalar. Los demás atacaron sin cuartel y al final el monstruo cayó.
Cercenaron la cabeza del mayor animal, Daralhar se guardó también la lengua y los corazones para componentes de conjuro, y se volvieron todos para Hommlet, donde Bastongrís recompensó al grupo con una bolsa de monedas de oro por darle descanso al jabalí rabioso.
Calmert fué a avisar al Fraile Terjon a sus aposentos, y este fué a la habitación sin demora. Al ver lo que había sucedido, le vino una oscura sospecha y anunció que necesitaría un poco de tiempo a solas en la estancia pues iba a realizar un ritual para desvelar la verdad de lo que había acontecido allí durante las horas más oscuras de la noche. Los clérigos esperaron fuera con impaciencia, y en ese momento llegaron los demás Errantes buscando a Dunkan.
Al cabo de un rato, Terjon salió, y anunció que por medio de su ritual había llegado a la conclusión de que la niña que habían encerrado era un engendro del mal, un muerto viviente, y que al pasar la noche en un templo sagrado de St.Cuthbert se había deshecho. Supusieron entonces que el molino era una trampa, así que sin la presión de rescatar al niño, Dunkan pasó la siguiente semana en el templo entrenando para convertirse en Hermano, mientras los demás fueron a Verbobonc a mejorar varias de sus habilidades, aunque algunos volvieron con las manos vacías.
Una vez completado el entrenamiento, cavilaron sobre el proximo paso a dar. Como gran parte del grupo no estaba disponible para salir de aventuras, decidieron que lo mejor era cazar al jabalí rabioso que hace tiempo les había encomendado matar el Druida Bastongrís.
Ya que habían encontrado al jabalí en la senda del molino el día anterior, se pusieron a buscar a la bestia por el mismo sitio. Una llegado el punto donde dejaron el jabalí, visible por el fuego del aceite de Darhalar, Zoa se puso a seguir el rastro del animal. Parece que las huellas se dirigían hacia el oeste, campo a través entre las colinas, asi que, no sin poca dificultad, los Errantes se metieron entre arbustos arboles y espinos en pos de su presa. Sin embargo, al poco tiempo Zoa perdio el rastro, y tuvieron que confiar en los poderes druidicos de Eber Donn, que les indicó la direccion general donde se encontraba el animal.
Avanzado un trecho, empezaron a escuchar un ruido como de gorrinazos, así que se pusieron todos en guardia y en formación, y vieron como un jabalí enorme estaba corriendo en direccion contraria a ellos. Eber le preguntó a un pájaro con sus poderes, y el pájaro le respondió una tontería.
Los Errantes se lanzaron en pos de la bestia, y trás un carrerón llegaron a un claro que colindaba con un risco. En la base del risco había una enorme entrada a una oscura caverna, de la que surgían profundos gruñidos porcinos, y el grupo se adelantó hacia el claro (todos menos Darien, que bastante estaba sufriendo ya bajo el abrigo de los árboles como para salir a cielo descubierto).
En ese instante apareció un jabalí gigante cargando desde el interior de la caverna, y empezarón a intercambiar golpes con la bestia. Dunkan se llevó algunos mordiscos, pero entre Zoa y Eber, que rodeó a la bestia y se puso a su espalda, derribaron al animal. Entonces apareció otro jabalí mas, sin embargo on pudo hacer mucho mas que su compañero. Tras darle el golpe de gracia Eber, apareció enormemente enfurecido un jabalí mucho mayor, una bestia gigante poseida por alguna enfermedad terrible. Sin embargo, Daralhar conjuró un hechizo de Grasa bajo el animal, y este empezó a resbalar. Los demás atacaron sin cuartel y al final el monstruo cayó.
Cercenaron la cabeza del mayor animal, Daralhar se guardó también la lengua y los corazones para componentes de conjuro, y se volvieron todos para Hommlet, donde Bastongrís recompensó al grupo con una bolsa de monedas de oro por darle descanso al jabalí rabioso.
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