El Templo del Mal Elemental

Este es el blog oficial de la partida de HackMaster de las Sirenas, auspiciados por la asociación de rol El Dirigible, en Sevilla. Dirigida por Carlos Burón, en esta dura campaña de Gary Gigax los jugadores, conocidos como Los Errantes, sudan sangre y fichas de personaje enfrentándose a las fuerzas del Templo del Mal Elemental. Aquí podrás encontrar resúmenes, informaciónes varias, y (espero) material que aporten los jugadores. ¡A leer!

jueves, 18 de diciembre de 2008

Daralhar Anuir

(por Lim-Dul)




Desde pequeño, Daralhar tuvo especial predilección por la magia, sin embargo la paciencia nunca fue su virtud. Pasaba horas en la biblioteca de su mansión familiar, hurgando en libros sobre el rico pasado mágico de la orgullosa raza de los elfos grises, pero nunca se detenía mucho en ninguno, leyendo sólo aquellas historias que más le interesaban, aquellas en las que la intervención de grandes archimagos cambiaban el curso de guerras enteras y de la historia en sí. Se deleitaba en ellas y soñaba con llegar a ser como ellos algún día. Su padre, Darhir Anuir, un hombre de cierta influencia, se percató de esto y lo presentó en el colegio de magia de la ciudad, donde el chico demostró tener buenas aptitudes, sin embargo Daralhar salió de allí decepcionado: aquellos hombrecillos consumidos y de hombros hundidos que se hacían llamar magos no eran precisamente la idea que tenía que él tenía de alguien capaz de cambiar el curso de la historia. Parecían débiles y enfermizos, y rara vez salían de sus habitaciones de estudio. Aquello debía ser un error. Cuando le habló a su padre de sus impresiones, Darhir comprendió rápidamente a qué se refería el joven. “Hijo mío –le dijo- los hechiceros de los que hablan esas historias no son practicantes de la magia corrientes, sino magos de batalla, una élite de magos capaces de lanzar hechizos en mitad del combate mientras cortan cabezas con su espada. No es una vida fácil, y aunque estás en forma, tu complexión no es la de un hombre fuerte. Puedes llegar lejos con la magia, me lo han dicho los instructores tras tu prueba de hoy, pero para llegar a ser mago de batalla hace falta algo más que talento y afinidad mágica. En la academia son muy exigentes con los aspirantes”. En aquel momento Daralhar supo que no descansaría hasta lograr que lo admitieran. Se preparó a conciencia para pasar las pruebas físicas y confió en su propia inteligencia para la prueba de aptitudes mágicas, descuidando el resto de sus estudios, su vida social e incluso su propio aspecto. Lo que le faltaba de fuerza le sobraba en agilidad, así que fiel a la tradición marcial élfica se especializó en arquería para ingresar en la academia.

El gran día llegó, y un joven Daralhar muy cambiado tras dos largos años de duro entrenamiento sorprendió a los examinadores de la academia por su manejo del arco y su afinidad con los vientos mágicos aun en condiciones adversas. El elfo pensó que había logrado lo más difícil, pero eso sólo demuestra lo poco que conocía aún las disciplinas mágicas. Durante años, un instructor exigente le machacó en el patio de instrucción mientras un mentor enjuto y malencarado le enseñó una serie de hechizos que el joven elfo juzgó bastante inútiles para un mago de batalla ¿Dónde estaban esos hechizos capaces de volatilizar un ejército y hacer estallar en llamas una máquina de guerra? Tenía que esforzarse tanto en la parte física, que no pudo complementar sus conocimientos de hechizos con otras disciplinas teóricas. Aquello seguía sin parecerse a lo que había soñado hasta ahora. El día de la graduación se acercaba, y su mentor sólo le había enseñado tres hechizos de dudosa eficacia y un puñado de patéticos cantrips ¿Cómo esperaban que sirviera en un ejército con eso? Había leído algo sobre un hechizo llamado “proyectil mágico” que se acercaba más a la idea que él tenía.

Un día no aguantó más y decidió manifestarle sus impresiones a su mentor. Éste lo miró por encima de sus anteojos, y señalándolo con un dedo huesudo le espetó:

-“¡La paciencia es la virtud que domina todas las ciencias, jovenzuelo! El día que entiendas eso, la magia no tendrá barreras para ti. Y ahora vuelve a tus estudios. Tu examen final se acerca, y más vale que me sorprendas con algo más que otro piquete de ojos y una minúscula bola de fuego. Usa sabiamente lo que te he enseñado”.

El día del examen, el primer sorprendido fue Daralhar: debería derrotar sin más arma que su magia a un examinador armado con un cetro de descarga. Solo en la arena, frente a su rival y ante los ojos del tribunal, Daralhar comenzó a tantear a su oponente manteniéndose a distancia del maldito cetro. Si le daba un par de veces con esa cosa, sus músculos dejarían de responder, y entonces estaría perdido. El tipo no parecía muy fornido, quizá podría crear una pequeña distracción y acabar con él por la fuerza; era privilegio de la academia poder usar estos métodos. Intentó distraerlo con un par de cantrips, y atacó, recibiendo una fuerte descarga.

Tras varios intentos fallidos había tenido que soportar otras tantas descargas. Jadeaba y las fuerzas comenzaban a fallarle. Ya no le quedaban piquetes de ojos para distraerle y el tipo había esquivado fácilmente un proyectil de fuego disparado a su cara. Siempre había considerado aquel hechizo poco más que un cantrip.

Lo intentó una vez más y otra descarga lo tumbó cuan largo era. Sus materiales para hechizos quedaron desparramados por el suelo. Pimienta, azufre, manteca, guano... todo rodó por el suelo mezclando aromas extrañas con el fuerte olor a Ozono de la sala.

Daralhar jadeaba y sudaba. No le quedaban fuerzas para levantarse y el tribunal ya comenzaba a deliberar entre sí. Era injusto, se había preparado para aquello durante años ¡Aquello no podía estar pasando! Apretó los dientes, se incorporó a medias y palpó algo viscoso: el azufre y la manteca se habían mezclado formando una masilla resbaladiza. Era lo que le faltaba: algo más que lo desequilibrara.

Su rival, con rostro impasible, se acercó dispuesto a rematar la tarea, y al pasar sobre la manteca casi resbala. Aquello iluminó momentáneamente la mente del elfo... Mientras el examinador acercaba el maldito artilugio, Daralhar jugó su última carta: entonó un hechizo y la condenada vara se escapó de las manos de su oponente. El tipo no tuvo tiempo de recuperarse de la sorpresa, pues el elfo se abalanzó sobre él y le descargó toda su rabia en forma de golpes en la cara. Apenas cayó al suelo, Daralhar, fuera de sí, comenzó a estrangularlo. Fue mientras lo separaban varios mozos de la academia cuando se dio cuenta de que lo había conseguido: había pasado el examen final.

Una vez más, el elfo pensó que lo más difícil ya había pasado, pero el futuro le demostraría lo equivocado que estaba...

Al poco se enteró de que ahora debía buscar otras fuentes de conocimiento fuera de la academia ¿¿Para eso tanto entrenamiento y dinero gastado?? Antes de partir, su mentor fue a verle. Daralhar aún le guardaba rencor por no haberle enseñado el hechizo de proyectil mágico.

-Llévate esto también –le dijo dándole el libro de hechizos que había usado estos años-. Es un regalo de la academia a todos los que se gradúan.

El maestro se volvió dispuesto a irse, pero antes de hacerlo se giró de nuevo, y volvió a mirar al elfo por encima de sus gafas.

-Supongo que te crees muy poderoso después de lo del examen ¿no? El gran Daralhar el Segundo. Ahora crees que nada puede resistírsete ¿verdad? Pues más vale que lo olvides: el uso que le diste al hechizo no es algo que no haya visto antes, docenas de veces, y el tipo estuvo a punto de hacerte picadillo antes de que dieras con la solución. Si en vez de un examinador con una patética varita hubiera sido un enemigo con una espada, ahora serías Daralhar el Cadáver.

Fedhar es un buen examinador. Por tu culpa la academia tendrá que hacer un buen desembolso en el templo o tenerlo en enfermería un mes. Tu falta de autocontrol es vergonzosa.

No era el primer jarro de agua fría que su mentor la lanzaba, pero sí el que más le enfureció. Le dolió mucho más que todos los golpes del entrenamiento y del examen. Daralhar apretó los dientes...

-¿Vas a atacarme, muchacho? Yo no llevo bastón ¿Dónde lanzarás tu grasa?

-No voy a hacer nada de eso...

-Sabia elección, quizá la más sabia que has tenido estos años. Ahora márchate y practica lo que has aprendido aquí. La academia seguirá abierta cuando estés preparado para asimilar nuevos conocimientos... y para pagarlos.

Y dicho esto se marchó.

Los siguientes meses Daralhar estuvo sopesando la idea de viajar y expandir horizontes. Si tenía que practicar lo que había aprendido, necesitaría unirse a algún grupo donde pudiera practicar sus habilidades, así que al poco tiempo decidió partir. Comunicó la idea a su familia, que la aceptó como una parte más del camino que le esperaba al joven.

La noche antes de la partida, Melian, su madre, fue a verle a su cuarto. Charlaron un rato sobre los años que Daralhar había pasado en el hogar, de los peligros venideros, de la noble herencia de los elfos y del largo camino que le esperaba, pero llegado un punto el rostro de su madre se volvió grave.

-Hijo, nuestra familia no es sólo lo que conoces de ella, hay algo que aún no te hemos contado y que deberías saber antes de partir.

-¿Madre?

-Hace muchos años, deshonré a tu padre. Él es una buena persona y me perdonó a mí por amor y al fruto de aquella deshonra por su inocencia en todo el asunto. De mi vientre nació un hijo que no era de tu padre. Le llamé Alladhan según los ritos elfos, pero tuve que dejarlo en adopción en un monasterio para que mi error no deshonrara a todo nuestro linaje.

-¿Cómo pudiste...?

-No es el caso ahora, Daralhar, y aún eres joven para entenderlo y juzgar. Tu padre me perdonó y eso debería bastar para ti. Tu hermanastro es bastante más joven que tú y parece que nunca te ha perdonado por que te diéramos a ti todo el calor de nuestro hogar y él tuviera que crecer apartado de nosotros, sin embargo, si algún día te encuentras con él, espero que sepais entenderos y la amistad surja en vuestros corazones, pues por ambos corre misma sangre.

-Si ése es tu deseo, lo intentaré.

- Él es pura energía: toda la vitalidad y la fuerza de nuestra raza corre por sus venas, y tiene el mismo carácter impetuoso e impaciente que tú. Le escribiré para que sepa de tu partida. Y ahora, disfruta una noche más de lo que siempre ha sido y será tu casa. Mañana será un día duro para todos, hijo mío.

-Buenas noches, madre.


Daralhar no pudo dormir en toda la noche, y tiempo después de su partida seguiría meditando acerca de las palabras de su madre, a la que creía la encarnación de la virtud. Un hermano...

Los pasos de Daralhar lo guiaron por ciudades y caminos en un tiempo en que conoció a un buen amigo: Awaie, un hada duende tuerto y no muy alegre, pero con buen corazón y Daralhar tampoco era la alegría de la huerta. Viajaron algún tiempo juntos hasta que una noche cualquiera en una posada cualquiera conocieron a un variopinto grupo que planeaba formar una compañía de aventureros. No parecía gran cosa, pero podría ser un comienzo... en cuanto decidieran qué nombre ponerle a la maldita compañía.

Humanos, elfos, semielfos y hasta un enano, todo un surtido ¿Cómo podían aceptar a un enano en la compañía?

La respuesta le llegó tras compartir unas cuantas jarras, y otro mito cayó para Daralhar: los enanos no eran los huraños malencarados que siempre le habían hecho creer. Decididamente, tenía mucho que aprender...



COMENTARIOS FUERA DE ROL:

Hace unos tres años, comencé a jugar D&D 3.5 con un grupo de gente llevando un explorador elfo. Tras hacerme el Pj de Hackmáster recordé que le había puesto a mi anterior Pj elfo el mismo apellido “Anuir”... luego recordé que la aventura empezó en un monasterio donde nuestros padres nos habían enviado para criarnos y curtirnos a todos los Pjs... y luego recordé la última campaña que estábamos jugando antes de que el máster cometiera el error de casarse: El Retorno al Templo del Mal Elemental. Para ese tiempo Alladhan Anuir era ya un explorador/ladrón de nivel 5/5 ¿Coincidencia? ;)

2 comentarios:

CaóticoLobo dijo...

Estupenda historia, y has integrado muy bien los conceptos del juego. Cuando publique la mía intentaré detallar algo más el carácter del personaje, yo tengo el borrador escrito desde antes del estreno, pero según dice el manual: "es buena idea dejar a un lado parte de los detalles hasta que hayas tenido oportunidad de manejar al pejota a través de alguna aventuras y te hayas acostumbrado más a llevarlo. Interpretar al personaje te dará con toda seguridad ideas para más detalles de su trasfondo que no se te habrían ocurrido de otra forma (además, habrás ahorrado un montón de tiempo si te apiolan el personaje en la primera aventura)".

Lim-Dul dijo...

Gracier Javi :)

Efectivamente, veo que es mejor esperar un poco antes de escribir la historia. Siento lo de Seravik, quizá puedas reciclar parte de la historia. No desistas, cada Pj que te haces te sale mejor que el anterior.